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Propuestas de valor armonizadas con el Bien común



La propuesta de valor para la comunidad de stakeholders de las organizaciones es una declaración del ser y hacer organizacional, representativo de su identidad cultural, que intenta ser distintiva y única. Si la propuesta de valor está desligada del bien común, pierde legitimidad social. Si, además, aquello que declara no es consistente con la realidad de sus acciones, la propuesta de valor también desperdicia credibilidad. Por lo tanto, una propuesta de valor robusta debería ser intencionada, consistente, coherente, significativa y valorada por la comunidad de stakeholders.


Para definir una propuesta de valor, debe ser situada en el paradigma de la colaboración. Es en la “posición colaborativa” donde la propuesta de valor puede ser realmente desplegada y facilitada alcanzando márgenes crecientes de desarrollo, innovación y, por supuesto, diferenciación. Mientras más redes colaborativas se generen, faciliten y promuevan, mayor será la legitimidad y capital social organizacional. Así, la propuesta de valor en colaboración será siempre co construida y jamás impuesta.


En “modo colaborativo”, la propuesta de valor puede cumplir innumerables funciones de manera de asegurar la sustentabilidad organizacional en el largo plazo. Entre ellas, se destacan el generar un compromiso y vínculo con los colaboradores; atraer y retener talentos; movilizar e inspirar a los colaboradores y comunidad de stakeholders; orientar y agilizar la toma de decisiones mediante marcos éticos claros y compartidos; impactar positivamente, y de manera interdependiente, en las dimensiones sociales, económicas y medio ambientales; asumir desafíos con naturalidad y responder frente a ellos con propuestas y acciones atingentes, especialmente en los temas emergentes como cultura digital, plasticidad laboral, marcas con propósito, diversidad social y clientes entre otros.


Por otra parte, las organizaciones del futuro con propuestas de valor sólidas, deberán promover liderazgos que no sólo faciliten el cumplimiento de objetivos, la gestión eficaz y eficiente de recursos, la integración de personas y equipos, el desarrollo de espacios para la innovación y creatividad, sino que también, fortalecer sentidos y propósitos de propuestas de valor significativas. Si el marco valórico y de creencias de los lideres no sintonizan con la propuesta de valor organizacional, las acciones se apreciarán desconectadas y la percepción de valor de la comunidad de stakeholders, se verá debilitada. Precisamente, son las convicciones de los lideres las que podrán facilitar o bien inhibir una propuesta de valor dinámica y armonizada con el bien común. Sin esas convicciones, no hay propuesta de valor real.

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