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Punto de inflexión: una oportunidad para la colaboración, comunidad y bien común

En el mundo de la geometría, la inflexión es el punto a partir del cual una curva cambia de sentido, de cóncava a convexa o viceversa. Por otro lado, en la literatura, un punto de inflexión se define como aquellas situaciones de quiebre que llegan a puntos de no retorno. Así entendida, un punto de inflexión sería una cierta realidad que interpela hacia un nuevo giro y sentido sin vuelta atrás.

¿Serán estos tiempos de pandemia un punto de inflexión concebido como una nueva oportunidad para la sostenibilidad humana y planetaria?


En la evolución de nuestra especie, un significativo punto de inflexión tuvo lugar cuando un solitario individuo comenzó a desarrollar un vínculo emocional con otros como la mejor estrategia para asegurar la sobrevivencia. De este modo, “surgió una especial atadura, cada vez más sólida, que abarcaba a todos los miembros del incipiente clan, a los ancianos, a los débiles e incluso a aquellos que habían muerto” (“La evolución del Amor”, Gerald Hüter, 2014, pág 19). De esta manera, hacer comunidad, constituyó el impulso decisivo para el despliegue de las potencialidades humanas.

¿Será que debemos aprender de nuestros antepasados para recobrar el sentido de comunidad y resolver la actual crisis reforzando aquello que nos une?


Con posterioridad, una humanidad encandilada abrazaba la razón y el método, con la ilusión de alcanzar la anhelada y perenne prosperidad. Su búsqueda de seguridad y estabilidad interior fue a través de la adquisición de mayor poder y riqueza como panacea para evitar el sufrimiento y la angustia. De este modo, fue dejando huellas de tierras devastadas, un entorno contaminado, la pérdida irremediable de especies, la exclusión de la mayoría a favor de unos pocos y la sensación de soledad en un mundo amenazante. Y así, nuevamente, volvió ese solitario individuo primitivo, ese que “se las arregla solo”, intentando buscar su bienestar personal a costa de su propio “mérito” con una autoexigencia y ambición ilimitada.

¿Será posible cambiar este modelo, dado como cierto, por otro más colaborativo y solidario que busque el bien común y el resguardo de nuestro planeta?


En el ámbito organizacional, y considerando nuestro actual punto de inflexión, ¿qué tipo de lenguaje y gramática se podrían reformular para recobrar el sentido de comunidad y enfocar correctamente la razón en el bien común?, ¿recursos humanos o personas?, ¿ventajas competitivas o ventajas colaborativas?, ¿liderazgos exclusivos o inclusivos?, ¿inteligencia individual o colectiva?, ¿ejecución de tareas o vocación?, ¿desempeño o talento? ¿intereses individuales o propósitos articulados para el bien común? En un nuevo modelo colaborativo, interdependiente y centrado en el bien común, la búsqueda de nuevas articulaciones y sentidos compartidos serán decidores de cómo enfrentamos la actual crisis. Hacer comunidad, como lo hicieron nuestros más antiguos antepasados, pareciera ser la fórmula de un nuevo camino sin vuelta atrás.

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