Vuelta a la nueva normalidad, ¿cuál es y cómo enfrentarla?

Se acerca el término de las vacaciones, los tiempos de distención y relajo, y con ello nos vemos enfrentados a una “nueva normalidad”, que conlleva nuevos desafíos. No sólo debemos identificar cuál es esta nueva realidad y qué significa para nosotros, sino que además buscar y generar mecanismos de trabajo que nos ayuden a adaptarnos a ella.

Lo que antes era conocido y rutinario hoy tiene un tinte de incertidumbre, ansiedad y algo de estrés. Nuestra rutina laboral y personal, que marcaba el comienzo y final de nuestros días, semanas, meses y hasta años, se ha puesto a prueba. Hoy, en una nueva normalidad donde faltan certezas, nuestra capacidad de reinvención, flexibilidad y de soltar el control y planificación, son protagonistas.

¿Cómo me adapto para dar paso a una nueva normalidad que carece de certezas?

La adaptación ágil al cambio es clave. Entre más rápido dejemos el romanticismo de “si me planifico lo lograré mejor”, más rápido podremos flexibilizar las rutinas para surfear las olas de la incertidumbre. Esto, sin dejar de lado el hacernos cargo de los procesos internos que sufrimos cuando damos paso a la flexibilidad y desaprendemos ciertas cosas.

Desaprender para avanzar. En el proceso de fluir con la incertidumbre, donde cambian el contexto, las reglas y los objetivos, parte de nosotros hará un pequeño duelo de lo aprendido y conocido, lo que puede desestabilizarnos y dar paso a la frustración. Podrán existir partes en conflicto, que nos dificulten avanzar y afecten la adaptación. Por esto debemos trabajarlo en un ambiente contenido, donde el objetivo principal sea aprender a hacer las cosas de otra manera para obtener los mismos o mejores resultados.

Adherencia al propósito organizacional. Los últimos 2 años todo cambió. Los desafíos que enfrentan las organizaciones actualmente van más allá de lo higiénico; afectan su identidad, propósito y cultura. Debido a los cambios que se han implementado - jornadas híbridas, frialdad de lo online, dificultad para equilibrar lo personal y laboral, burnout y la intoxicación digital-, se ha visto afectado el sentido de pertenencia organizacional y la motivación personal. Es probable que lo que conocíamos y queríamos antes, no sea lo mismo que queremos para el futuro. Parte de la adaptación es detenerse, cuestionarse, reflexionar y re-conocerse para avanzar.

Acompañar a los colaboradores. Es con justa razón que hemos visto un incremento en servicios de asesorías, coaching y mentoring. Estas instancias y procesos nos ayudan a navegar la incertidumbre, encontrar nuevos caminos y re-dirigir los lineamientos de la vida personal y/o profesional. Más importante aún, es que impulsan el desarrollo de herramientas y recursos internos para potenciar competencias, capacidades y habilidades que ayudarán a enfrentar de forma eficiente y eficaz otras situaciones de incertidumbre que podrán presentarse a lo largo de la vida. El autocuidado y el cuidado de otros en este proceso son herramientas esenciales.

¿Qué se viene para el futuro?

Nadie lo sabe con certeza. Lo que si podemos evidenciar, es que son las herramientas y habilidades de las personas las que nos llevarán a la adaptación. Para que este proceso no sea paralizante para personas u organizaciones, es que debe tomarse como una constante oportunidad de cuestionamiento y aprendizaje. Todos debemos buscar la forma de encontrar y realizar prácticas que nos ayuden a transitar por este cambio con una postura de apertura, mentalidad de crecimiento, disposición a aprender e integrar nuevas competencias y herramientas, gestionar y vivir el cambio constantemente, y surfear preparados la incertidumbre mientras cuidamos de nosotros y de otros en el proceso.

¿Tienen hoy las organizaciones programas que potencien la gestión del cambio en lo personal y profesional ante esta nueva realidad incierta? ¿Tienes tú las herramientas para fluir con los cambios constantes, sociales y organizacionales, a los que te ves enfrentado diariamente?